jueves, 14 de febrero de 2008

For my Dear...

Ha pasado mucho tiempo desde que nos conocemos, pero ya desde antes te quería. Ya adoraba esa silueta, esos pasos delicados y esa sonrisa bajo el carmesí de tus labios. Antes de que nos presentaran, ya sabia quien eras, eras mi musa, mi inspiración, mas no podías ser mas que eso, pues yacías en los brazos de alguien mas, alguien que parecía perfecto para ti, por lo que tendría que conformarme por ocupar el espacio de tus amistades, mas no el de tu amor.

El tiempo pasó. Mis sentimientos se vieron aplastados por la profunda amistad que concebimos, éramos como cielo y mar, complementados perfectamente, proyectados el uno en el otro, y sin embargo, distantes en cierta manera. Mas tú eras feliz con él, por lo que me alegraba, aunque a la vez, sufría.

Busqué cura para mi mal, no podía seguir añorando algo que nunca seria mío. Ustedes se veían eternos, y yo terminaba donde ustedes empezaban. ¿Cuándo me tocaría a mí?

Mas nuestro lazo se estrecho profundamente, llegaste a ser la guardiana de mi secretos, mi compañera de travesuras y de juegos, la audiencia de mis bromas, y el regazo ante las tempestades. Busqué aquello que no podías darme en otra gente, y muchas veces creí encontrarlo, mas prontamente me di cuenta del vació que dejaban los besos ajenos, los abrazos de extraños, y las caricias del prójimo. Mi corazón te añoraba solo a ti. Más yo era un cobarde.

Aun así, siempre tuviste mi bendición, y mi protección, pasaste a ser lo mas preciado para mi, como el joyero que ama su arte, ama las piezas forjadas con sus manos, pero que también sabe, que no están hechas para el, sino para el resto, y debe admirarlas siempre tras la distancia de una vitrina o posada en un pecho ajeno.

El tiempo siguió avanzando. Tu hechizo se rompió, el príncipe que creías que era tu pareja resulto ser nada mas que un bufón de mala calaña, alguien que no tenia identidad propia, por lo que terminaba quitándote la tuya. La magia que vivías atentaba destruirte, amor, mas yo no lo permití, no te merecías aquello, no merecías desaparecer. Logre salvarte unas cuantas veces, mas me di cuenta que el mal estaba muy próximo nuestro, siempre pisándonos los talones y jalando nuestras ropas, por lo que debías partir, ante la pena de mi corazón, te dejé ir.

Ha pasado algún tiempo, y por un giro del destino, has caído en mis brazos ¿O yo caí en los tuyos? Poco importa. Nunca he sido más feliz. Quiero compartir mi felicidad contigo. ¡Somos la mezcla perfecta! Se que en tu corazón hay tinieblas, pero no te preocupes, hemos de extirparlas juntos, por tu bien, hemos de mirar adelante. Te esperare, no lo dudes, pero han pasado pocos días del momento de la gloria, y sin embargo, ya te extraño como si no te hubiera visto en años. El tiempo pasa mas lento cuando no estoy contigo, y sin embargo, vuela cuando estamos juntos.

No estas sola, nunca lo estuviste, siempre he estado junto a ti, aunque ahora, mas cerca que nunca.

Te adoro.

Hemos de seguir caminando, ahora juntos.

miércoles, 16 de enero de 2008

Prelude to...

Despertó. Sus ojos escrutaron el horizonte. La luna se mostraba lúgubremente en el cielo, ya iluminado por un prematuro y tenue Sol. Observó en donde se encontraba. Yacía él en la orilla de un camino, bajo el verde follaje de un árbol, en el cual se apoyaban su espada y armadura. Los restos de una fogata perfumaban el ambiente mientras decoraban el aire con intrincados diseños hechos por el humo. Un libro descansaba al costado de su rodilla. Vio la portada: Demián, de Hesse. Recordó que lo había acompañado durante todo el viaje, el cual parecía ya una vida completa, pero que sin embargo, no podía pasar del capitulo V, ya que siempre que lo terminaba sentía que algo no había comprendido, por lo que se obligaba a empezar el libro de nuevo. Se sentía prisionero de aquel libro, pero sin embargo, no podía evitar el goce al leerlo una y otra vez, siempre con el mismo resultado. Esta vez, en cambio, optó por arrojarlo lejos, no podía vivir en aquel capitulo por la eternidad, pensó, mas se dio cuenta de que lo correcto seria dar vuelta la pagina hacia el siguiente capitulo, y no retroceder. Los cabos sueltos se atarán después, se dijo para si mismo.

Mas no podía olvidar a aquel libro al lado del camino, después de todo, el había sido su único y verdadero compañero a lo largo de su viaje, compartían las experiencias y desgracias, alegrías y tropezones, era una parte mas de él. Renegarlo habría sido como renegar una parte suya. Pensado esto, el caballero se levantó de su reposo, y avanzó hacia donde había caído el libro, luego de recogerlo, se incorporó, y observó el paisaje detenidamente. Las montañas, azules, se alzaban a lo lejos, más allá del bosque en donde tendría que adentrarse en unos días, un lago podía verse a la distancia, seguido de una vertiente de un río, traído por las colinas que se erigían hacia el norte.

Volteó la vista, hacia el camino que había recorrido ya, y las vio. Vio aquellas horribles, pero maternales Puertas, que tanto había querido cruzar, pero que tanto le había costado. Se lazaban, orgullosas aún, firmes en su sitio, esperando a mas viajeros que intentaran cruzar para seguir su camino. El caballero no se asustó, puesto que tenia la suposición de que nadie mas estaba haciendo este viaje, lo que al menos le dio un poco de seguridad. Con esta imagen, el joven empezó a recordar los sucesos de la noche anterior….